lunes, 5 de enero de 2009

Cuando la vida...

Cuando la vida te la juega nunca sabes hasta cuando, es un juego donde tú eres el punto de mira. Y cuando piensas que todo terminó que el dolor está menguando y que estas comprendiendo el giro de 360º que está sufriendo tu vida, llega un momento donde hay alguien que siempre te puede rematar con simples palabras. Y te preguntas el porque de las cosas una y otra vez hasta que llegas a comprender que una vez más eres tu la que pierdes.
¿Y por qué soy yo la que pierdo?, ¿Seré yo la que gano? Sólo sé que este juego me ha dejado conocer personas que nunca hubiese conocido antes asi que no se si puedo decir con firmeza que me ha gustado el haber participado y haber perdido o tal vez y cada vez más segura de haber ganado.
No puedo decir k todo lo gano o todo lo pierdo, ya que me dejo muchas cosas atrás pero se que tarde o temprano ese vacío estará a rebosar.
Cuando uno habla de el mismo a lo largo de la conversación siempre sale la palabra amigo. ¡Qué gran palabra! Amigo.... un amigo, una amistad.
Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo, pero al igual que aparecen, desaparecen. Desaparecen llevandose consigo todo un castillito montado por las mil cervezas y risas que ibamos a tener juntos. Es difícil creer que las amistades pueden cerrarse con candado y menos cuando se lucha. Es difícil creer que nunca volveremos a vernos. Es difícil creer en todo cuando has sido una persona buena. Es difícil creer que lo haga asi. Simplemente...es difícil creerlo.
Pero el egoísmo ciega a las personas y hace que la humildad desaparezca en los corazones.
Hoy es el día que llega los reyes a casa de madrugada, sé que tendré regalos pero también sé que este año me traen carbón y mira que yo no he sido nada mala.
Espero que esta año Baltazar se comporte mejor conmigo ya que el año pasado me trajo el porrazo que le dieron al coche. Este año sólo le pido que ablande los corazones egoístas y que lleguen a sentir de corazón y no se dejen llevar por las circunstancias. Que podemos hacer castillos de naipes viendo quien podría estar más borracho de los dos, reir y no dejar de reir nunca, llorar cuando se necesite sin temer nada... En fin, ser siempre amigos.
Pero todo está perdido, y volvemos al mismo punto del juego donde preguntamos ¿me lo merezco?
Y cerraré la boca y sentiré su pérdida. Asumiré de nuevo que volvió a ganar la partida y todo quedará como antes, mucho antes de empezar el juego, mucho antes de conocerle.

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